miércoles, marzo 7

Próximo al Día Internacional de la Mujer



¿CÓMO ERA LA MUJER EN LA SOCIEDAD MEXICA?

Curanderas, parteras, vendedoras, astrólogas, prostitutas…, la mujer en la sociedad mexica tuvo un papel dinámico a pesar de ceñirse al ámbito doméstico, e inclusive si moría al parir se convertía en la Cihuateteotl para acompañar eternamente al sol desde el mediodía hasta su puesta, al igual que los guerreros caídos en batalla, quienes seguían el trayecto del astro a partir de la aurora.
Para la historiadora Enriqueta Tuñón Pablos, especialista en estudios sobre la mujer, para comprender el rol de ésta durante la época prehispánica es necesario enmarcarlo en una cosmovisión “dual”, es decir, en la que la mayoría de las deidades tenían su contraparte femenina, pero también las fuentes —principalmente posteriores a la Conquista— deben leerse con cautela.
Próximo al Día Internacional de la Mujer, dijo que cabe “trasladar nuestra mentalidad a ese tiempo, y no ver a la mujer mexica desde nuestra perspectiva del siglo XXI. Ahora nos parece que la ‘realización’ consiste en la presencia social que tengamos mediante el ejercicio de distintas profesiones u oficios, y yo creo que para las aztecas no era así. Ellas simplemente estaban en su sitio".
Los códices Mendoza y Florentino, además de las crónicas de Bernardino de Sahagún, Motolinía y Diego Durán, son de los pocos documentos que pueden darnos una idea de la función de la mujer mexica, no obstante una lectura más profunda deja ver en ellos un tamiz hasta cierto punto “europeizante y de moralidad católica”. Mientras, los cronistas indígenas suelen caer en una visión “idealizada”.
La investigadora de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH, destacó el rito seguido por los padres mexicas, posterior al nacimiento, como revelación del “destino” que seguirían hombres y mujeres. Mientras el cordón umbilical y la placenta del varón eran enterrados en el campo de batalla, el de ellas permanecía junto al hogar. “¿Qué quiere decir esto? Sus ámbitos eran la guerra y la casa, respectivamente".
Casi todas las mujeres hacían lo mismo, estaban en su casa, tanto las mujeres del pueblo como las de la nobleza. Lo interesante es que algunas —seguramente las de clase más baja— vendían en el tianguis productos elaborados o cosechados por ellas mismas, además de animales. Pero también había parteras, curanderas, astrólogas. Eran personajes poderosos dentro de la sociedad.
“Inclusive, las prostitutas o alegradoras eran pagadas por el Estado para acompañar a los guerreros en las expediciones bélicas, y aunque no se casaban mantenían una relación de respeto con el hombre, de tal manera que si eran víctimas de una ofensa, ésta se castigaba”.
A través de su Historia verdadera de las cosas de la Nueva España —la cual parte de un análisis del Códice Florentino—, Bernardino de Sahagún “es el más útil para comprender un poco más de la mujer mexica, nos habla de las cosas comunes y corrientes, de la vida cotidiana, que es en donde aparece”.
Por ejemplo, mencionó Enriqueta Tuñón, se sabe que eran los padres del joven quienes elegían a la novia, visitaban la casa de ésta para “pedirla” ante sus progenitores, pero ellos se negaban en un primer momento aludiendo que su hija “no era lo suficientemente buena”. Aún así dejaban regalos y en un encuentro posterior se cedía la mano de la muchacha o, más bien, de la adolescente.
“Se casaban en la casa del novio y les daban los mismos discursos de siempre: que debían portarse bien, ella tenía que obedecer al marido, no ponerlo en ridículo, y aunque fuera poquita cosa lo vería como un gran hombre. Después los invitados participaban de un banquete, pero guardaban penitencia durante cinco días y después de este tiempo se consumaba el matrimonio”.
Precisamente los discursos utilizados por los mexicas sirven para conocer la moral de la época y lo que se esperaba de la mujer, “pero una vez más si se lee entre líneas se puede encontrar la moral católica en el fondo”.
De ellas se “demandaba” discreción en su andar y su vestir, limpieza en su arreglo, corrección al caminar y una expresión agradable en el rostro… “una serie de cosas que hoy las podríamos escuchar en una iglesia de pueblo”.
La autora del libro ¡Por fin..! ya podemos elegir y ser electas (2002)[1], explicó que el tema de la educación para las mexicas no queda claro, pues algunos cronistas mencionan que iban al convento, un término muy ligado a la costumbre española. Sin embargo, “yo lo he interpretado como la escuela, que las mujeres también iban al calmecac o al telpuchcalli —según su posición—, pero para realizar tareas domésticas.
“En ese entonces, en el mundo prehispánico, el valor de la mujer radicaba en la maternidad, igual que en todas las culturas, porque era muy necesario procrear para que se conservara la especie. El número de hijos debió se grande, pero el índice de mortandad era igual. Ella jugaba un papel neutro”.
Asimismo, el promedio de vida era corto, tanto hombres como mujeres eran considerados venerables a partir de los 52 años y en su honor se rendía una festividad. Desde ese momento “ya no tenían que aportar nada a la sociedad, y se les ‘levantaban’ prohibiciones, por ejemplo, en el caso de los hombres podían ya emborracharse, lo que antes de esa edad era sumamente penado y mal visto”. En ese sentido, “el adulterio también era castigado, y aquí había una diferencia clara: si un hombre casado tenía relaciones con una mujer soltera, no se consideraba un adultero, no obstante, la mujer soltera que tiene relaciones con un casado sí era adultera”.
Enriqueta Tuñón concluyó que en la época prehispánica existían muchos paraísos, y la entrada a uno de éstos no dependía del tipo de vida llevado, sino de la muerte. De ahí que “las mujeres que morían en el parto lo hacían ‘cumpliendo con su deber’ —al igual que los hombres que morían en el campo de batalla— y se convertían en la Cihuateteotl para acompañar al sol en su paso por el firmamento”.

[1] De acuerdo con la investigadora Enriqueta Tuñón Pablos quien realizó un análisis sobre el proceso por el cual las mujeres obtuvieron el derecho a votar y ser votadas, fue por iniciativa del presidente Adolfo Ruiz Cortines, como una estrategia para legitimizar al sistema y a su partido, hace 50 años se estableció el derecho al voto femenino en México, (publicado en el Diario Oficial de la Federación, el 17 de octubre de 1953).

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