viernes, febrero 23

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Existían más de una docena de formas de sacrificio que practicaban los antiguos pobladores de Mesoamérica; algunas eran destinadas al autosacrificio erótico o como ofrenda a los dioses, escribe el historiador José Iturriaga en su libro Ritos de sangre y sexo, erotismo y brutalidad en el México preindependiente.
El autor refiere que el sacrificio humano no era una práctica enfocada sólo a rendir culto a la mayoría de las deidades prehispánicas, sino que en su “parte erótica eran autosacrificios para castigo del propio cuerpo como ofrenda a los dioses, pero en un ritual donde lo que se trataba de destacar era el ayuno sexual”, menciona.
“Los sacrificios humanos —explica— eran una práctica frecuente, habitual en toda Mesoamérica, no sólo entre los mexicas, “sino entre los mayas y los demás grupos que habitaban aquí”. Sin embargo, estos actos no sólo consistían en extraer el corazón a la persona viva, sino que se pueden contar hasta 12 formas diferentes de ofrendarse.
En las fuentes “hay referencia de más de una decena de diferentes sacrificios humanos que se llevaban a cabo para ofrendar a los diferentes dioses y que consistían también en degollados y quemados al fuego”.También los había asados, otros flechados, los desollados, los que les quitaban la piel a la víctima viva, para que un sacerdote la usara como abrigo durante dos o tres semanas.Otras prácticas eran exclusivamente de carácter sexual: en esa época había novicios que deseaban ser sacerdotes en los templos que “pasaban una etapa en la que los jóvenes debían prepararse con el ayuno; es decir, beber y comer con mesura, pero también ayuno sexual”.
Entre este tipo de sacrificios sexuales existía el que consistía en “perforarse con una punta de maguey la piel que cubre al miembro masculino y por ese orificio atravesaban un cordel largo que iba atravesando a otros indígenas.

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