miércoles, enero 17

tatuajes: tinta y piel

Después de leer la nota principal de hoy en la sección de cultura de El Financiero, en la que el sociólogo Víctor Alejandro Payá dice que "la prisión es un estómago triturador y en esa figura los intestinos son las instituciones", como un apéndice periodístico de su libro Vida y muerte en la cárcel / Estudio sobre la situación institucional de los prisioneros, en el que "presenta los mecanismos de poder y sometimiento erigidos sobre el cuerpo de los presos"; llamó mi atención el apartado dedicado a los tatuajes en los carcelarios.
De acuerdo con Payá, toda sociedad, cuando se ve agraviada, requiere reparo. La respuesta es que la cárcel castiga, pero las sociedades necesitan una institución de castigo legítimo. El problema es saber si esto sirve como reparo. Para el investigador de la UNAM las prisiones, en la actualidad, no sirven para rehabilitar al trasgresor: "Considero que las cárceles -dice- son grandes industrias. Por eso siguen subsistiendo. La parte oscura de la institución es la que mueve el engranaje en el sentido inverso. Si hay normas y reglas legales, en la prisión también funcionan normas y reglas informales. Éstas son las que valen, la pregunta es: ¿por qué? Si el engranaje de la cárcel debe caminar hacia un lado y, en realidad, gira hacia el otro es porque hay reglas muy duras entre los presos y funcionarios para lograr que esa maquinaria camine de acuerdo a sus intereses. Nadie de afuera entra con reglas nuevas. Al contrario, quien ingresa se debe acoplar a lo existente, de otra forma su vida está en juego porque, de no obedecer las normas ya previamente establecidas, pone en riesgo la gran industria carcelaria de México."
Otro de los aspectos que Payá resalta en su investigación es el lenguaje de los tatuajes que portan los presos. Explica que empezó a analizarlos como parte de una vida y una historia del sujeto consciente. Pero también había imágenes que representaban angustias vividas en la prisión de corte muy inconsciente. Hay una búsqueda del sentido de la vida a través de la imagen.
Para el sociólogo, el tatuaje es también una marca del tiempo que puede ser la cronología misma de la sentencia o representar, asimismo, una pérdida. A veces también se tatúan un epitafio. El símbolo clavado en la epidermis se encuentra generalmente en el lugar del dolor, de ahí que asuma un papel a la vez de duelo.
El tatuaje también es parte de una vida desordenada que puede empezar cuando un sujeto pertenece a una banda juvenil, luego a un tutelar, después a un momento grupal en la cárcel: "El tatuaje va cubriendo el cuerpo. Pero en la cárcel la piel no es un lienzo, como el tatuaje moderno, donde se puede pintar una armonía. Es la marca de una historia. Si bien ellos valoran un tatuaje técnicamente bien hecho que viene de las Islas Marías o que registra su presencia desde Lecumberri, lo que muestra esa marca es una historia. Pero también adquiere un valor de supervivencia y de jerarquía en el mundo de la violencia." (CGB / El Financiero)

2 comentarios:

Enigma dijo...

... y para ti que es?, para mi es la forma de personalizar mi piel.

Saludos

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Pd No tengo ni medio tatuaje, como dato curioso

N.I.N dijo...

en el caso que aqui se releta me parece que es usar el cuerpo -un cuerpo que es unica pertenencia-como diario personal: la tinta no solo como ornamento.
lo que en realidad me impacto de la nota/relato es esta frase en la que le tatuaje no es visto como armonia, sino como registro de un drama personal...